Después de dos mil quiñentos cincuenta y cinco días me quiebro, me rompo en pedacitos y me siento como un caracol, y sólo quiero que tu voz suavecita me envuelva porque mis huesos de acero se han oxidado, la respiración sale a ratos y no me sorprendería si me pongo morada y muero de miedo al momento en que esta pesadilla se aclaré.
Había sido un día mágico,
Lastimas que las granadas explotan en cualquier momento.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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1 comentario:
yo creo que un día magico es cuando se come en un árbol y se corre para ver a gepe y se toma jugo de pera y se duerme en la micro y se rueda por el cerro y se camina a pata pelada por las calles.
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