domingo, 4 de octubre de 2009

Estoy perdiendo el equilibrio.

Mis huesos crujen, crepitan, rechinan de una forma extraña. Tengo el agua hasta el cuello y un poco más arriba de las orejas. Baje despacio las escaleras, pase por el oscuro pasillo con los ojos cerrados, vendados, pegados. Doble a la izquierda y luego a la derecha, media vuelta y giré; giré con cuidado la manilla pues todos a esa hora dormían y finalmente entré. Entré corriendo a sumergirme bajo el agua helada, nadando sóla me encontraba pero yo nunca aprendí a nadar sóla y esta tranquilidad que siento me incomoda, me estremece, me hace temblar los huesos, los músculos, las neuronas. Una aflicción desconocida me recorre y me incomoda, me he vuelto flemática, fría y apática y tiemblo y tirito y también estoy triste porque me comieron la lengua los ratones.

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